Durante los últimos años no hemos parado de ver cómo desde programas como Espejo Público siembran la alarma social sobre la ocupación para, a continuación, anunciar algún servicio de alarmas.
Una vez más desde programas como Espejo Público han tratado de sembrar el pánico social ante las ocupaciones, pero esta vez les ha salido mal; pues para aclarar lo «dramático» que resulta han llamado a un juez de instrucción, que ha desmontado todos sus mantras.
La realidad es que si te ‘ocupan’ la casa mientras bajas a por el pan o si te vas de vacaciones no se trata de una ‘okupación’ –usurpación en términos legales–; sino un allanamiento de morada, lo que conllevaría el desalojo inmediato del inmueble. En este precepto entran también las segundas residencias y las residencias vacacionales.
Tal y como explicó el magistrado Diego Álvarez, tampoco tienes la obligación de pagar los suministros tales como la luz, el agua o el gas; un mantra harto repetido desde estos programas. Un caso muy distinto es cuando se trata de un impago de alquiler, en cuyo caso el magistrado aclara que no se le podrían cortar los suministros y tampoco se podría considerar como un caso de ‘okupación’ o usurpación.
Diferencia además entre lo que se considera una vivienda en uso y una vivienda vacía o en desuso; aclarando que si tenemos la vivienda anunciada en alquiler o venta se produce una perturbación del uso y por tanto encontraríamos nuevamente una causa de desalojo «en pocas horas».
Álvarez además incide en que en muchos casos se mezcla la ocupación a bancos y grandes tenedores –que tienen las viviendas vacías con fines especulativos– y las que se producen a particulares que sí ejercen un uso de dicha vivienda; distorsionando la realidad y los preceptos legales que aplican.
Mientras el magistrado Diego Álvarez exponía, en base a su dilatada carrera, los mecanismos que desmontan dichos mantras era interrumpido por el pseudoperiodista Antonio Naranjo –autor de la frase «Está muy claro, Putin se llama como Lenin, Vladimir»–, para espetarle que el problema era que «tienes que ser poco menos que licenciado en derecho por Harvard». Ante tal falacia Reductio ad absurdum el magistrado no ha podido sino llamarle populista y recordarle que para que estos asuntos se solucionen hay que acudir a los juzgados en lugar de a los platós de televisión, mientras el condenado pseudoperiodista se mofaba.