Desde hace treinta meses, Julian Assange, paladín de la lucha por una información libre, vive en Londres, refugiado en las oficinas de la Embajada de Ecuador. Este país latinoamericano tuvo el coraje de brindarle asilo diplomático cuando el fundador de WikiLeaks se hallaba perseguido y acosado por el Gobierno de Estados Unidos y varios de […]
Desde hace treinta meses, Julian Assange, paladín de la lucha por una información libre, vive en Londres, refugiado en las oficinas de la Embajada de Ecuador. Este país latinoamericano tuvo el coraje de brindarle asilo diplomático cuando el fundador de WikiLeaks se hallaba perseguido y acosado por el Gobierno de Estados Unidos y varios de sus aliados (el Reino Unido, Suecia). El único crimen de Julian Assange es haber dicho la verdad y haber difundido, vía WikiLeaks, entre otras revelaciones, las siniestras realidades ocultas de las guerras de Irak y de Afganistán, y los tejemanejes e intrigas de la diplomacia estadounidense.
Como Edward Snowden, Chelsea Manning y Glenn Greenwald, Julian Assange forma parte de un nuevo grupo de disidentes que, por descubrir la verdad, son ahora rastreados, perseguidos y hostigados no por regímenes autoritarios sino por Estados que pretenden ser «democracias ejemplares»…
En su nuevo libro, Cuando Google encontró a WikiLeaks (Clave Intelectual, Madrid, 2014), cuya versión en español está en librerías desde el 1 de diciembre, Julian Assange va más lejos en sus revelaciones, estupendamente documentadas, como siempre. Todo parte de una larga conversación que Assange sostuvo, en junio de 2011, con Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Google. Este vino a entrevistar al creador de WikiLeaks para un ensayo que estaba preparando sobre el futuro de la era digital. Cuando se publicó el libro, titulado The New Digital Era (2013), Assange constató que sus declaraciones habían sido tergiversadas y que las tesis defendidas por Schmidt eran considerablemente delirantes y megalomaníacas. El nuevo libro del fundador de WikiLeaks es su respuesta a esas elucubraciones del presidente de Google. Entre muchas otras cosas, Assange revela cómo Google -y Facebook, y Amazon, etc.- nos espía y nos vigila; y cómo transmite esa información a las agencias de inteligencia de Estados Unidos. Y cómo la empresa líder en tecnologías digitales tiene una estrecha relación, casi estructural, con el Departamento de Estado. Afirma también Assange, que hoy, las grandes empresas de la galaxia digital nos vigilan y nos controlan más que los propios Estados.
Cuando Google encontró a WikiLeaks es una obra inteligente, estimulante y necesaria. Una fiesta para el espíritu. Nos abre los ojos sobre nuestras propias prácticas de comunicación cotidianas cuando usamos un smartphone, una tablet, un ordenador o cuando navegamos simplemente por Internet con la candidez de quien se cree más libre que nunca. ¡Ojo! Nos explica Assange, como Pulgarcito, vas sembrando rastros de ti mismo y de tu vida privada que algunas empresas, como Google, recogen con sumo cuidado y archivan secretamente. Un día, las utilizarán contra ti…
Para conversar de todo esto y de algunas cosas más, nos encontramos con un Julian Assange entusiasta y fatigado, en Londres, el pasado 24 de octubre, en una pequeña sala acogedora de la Embajada de Ecuador. Llega sonriente y pálido, con una barba rubia de varios días, con su cabeza de ángel prerrafaelista, cabellos largos, rasgos finos, ojos claros… Es alto y delgado. Habla con voz muy baja y lenta. Lo que dice es profundo y pensado, le sale de muy adentro. Tiene un algo de gurú… Habíamos previsto charlar no más de media hora, para no cansarlo, pero con el paso del tiempo la conversación se fue poniendo interesante. Y finalmente hablamos más de dos horas y media…
Ignacio Ramonet: El corazón de tu nuevo libro -Cuando Google encontró a WikiLeaks- lo constituye un encuentro tuyo, en junio de 2011, con Eric Schmidt, el presidente ejecutivo de Google. En un momento, dices: «Google es la compañía más influyente del mundo». ¿Qué entiendes por «más influyente»?
Julian Assange: Lo que intento decir es que el mundo está viviendo un cambio muy profundo, y Google es la entidad que más influencia tiene sobre la esencia de ese cambio y tal vez también sobre la velocidad de ese cambio. Podríamos preguntarnos incluso si Google no es la empresa más influyente en términos absolutos. De esto no estoy seguro. Hay varias mega empresas que podrían ocupar esa posición, la de ser la más influyente en términos absolutos. Pero al menos, de entre las empresas de comunicación, sí, es la más influyente en términos absolutos. Otras compañías pueden tener mucha influencia, como General Electric, o Raytheon, o Booz Allen Hamilton, o ExxonMobil, o Chevron, pero todas ellas tienen, más o menos, un modelo de negocio estabilizado, y el tipo de influencia que ejercen no es tan evidente. Son muy grandes, sí, pero son estáticas. En cambio, Google está en evolución constante; ha duplicado su valor bursatil entre 2011 y este año, pasando de 200.000 millones de dólares a 400.000 millones… Y su penetración en la sociedad global, en términos de interacción con los individuos, ha aumentado más que la de cualquier otra empresa de gran tamaño.
IR: ¿Más que las empresas financieras…?
JA: Sí, no hay duda.
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