Desde que comenzaron a caer las primeras gotas en Valencia se han ido acumulando las acusaciones por las negligencias que se cometieron. Los primeros avisos de la AEMET comenzaron a emitirse cinco días antes de la catástrofe y la mañana del fatídico 29 de Octubre alertaba repetidamente de la magnitud de la tormenta y elevó el nivel de alerta al máximo y a toda la provincia. La alerta no llegó a los teléfonos de los valencianos hasta las 20.11.
El president de la Generalitat Carlos Mazón ha negado su responsabilidad en la falta de información de los damnificados “se estuvo avisando todo el rato”. Lo cierto es que al filo del mediodía Mazón había comparecido ante los medios para afirmar que a las 18.00 la tormenta remitiría, algo que publicó en su cuenta de la red social Twitter y que menos de doce horas después eliminó. Conforme más y más municipios se inundaban, bomberos de otras provincias y comunidades autónomas ofrecían su ayuda. Carlos Mazón las rechazaba. En el Congreso se hablaba de ETA, Begoña, Errejón y pelotas de goma. En las tertulias tenían aún menos temas de conversación, sólo Begoña e Iñigo Errejón.
Cuando ya había caído el sol una mujer agarrada a la copa de un árbol publica un video en Twitter. Solloza que está atrapada, que necesita ayuda y que el 112 no responde. Las líneas están saturadas. Poco después los valencianos reciben al fin la alerta en su teléfono, se constituye un comité de crisis en Moncloa y Mazón solicita la intervención de la UME.
Por la mañana España se levanta con Pedro Sánchez y Begoña Gómez en las portadas de tres de los cuatro grandes medios de España. Las escaletas van cambiando a lo largo de la mañana; a la Sesión de Control al Gobierno y Begoña les van siguiendo imágenes de lo que ha ocurrido en Valencia. Finalmente, a petición del portavoz del Grupo Parlamentario Popular, Miguel Tellado, se suspende el Pleno de Control al Gobierno “para que el Gobierno se pueda ir a trabajar”, pero la actividad parlamentaria no cesó. A la sesión de control le siguió el debate para la renovación del Consejo de Radio Televisión Española, con la ausencia por disconformidad del Partido Popular y Vox “¿Era necesario?”. Los diputados de Compromís se habían marchado antes para volver a Valencia. Mientras esto ocurría los servicios de emergencias llevaban un día rescatando personas y los ríos de agua daban paso a ríos de lodo.
Estaban tan ocupados en sus asuntos que no se dieron cuenta hasta un día después de lo que estaba pasando en el país para el que dicen legislar. Los periodistas no lo hicimos mejor, sólo nos dimos cuenta un poco antes. Y ante la confusión y el desconcierto unos se dedicaron a saber qué había pasado y otros a buscar un culpable, y porqué no son ellos. Hay muchas preguntas y muy pocas respuestas. Junto a los ríos de lodo y los cadáveres llegan las noticias falsas.
No se le puede pedir a quien está incomunicado que sepa porqué el ejército no llega a sus pueblos, pero sí a quienes informamos. El Gobierno está supeditado al mando único de Carlos Mazón. Como un niño al que le ofrecen el tarro de caramelos y no sabe cuántos coger, va pidiendo a cuenta gotas medios militares al Ministerio de Defensa. En los cuarteles los soldados se impacientan, no entienden porqué no son movilizados. A las pocas horas de la orden de Carlos Mazón los soldados son desplegados por el Ministerio de Defensa. Pero el ejército más numeroso es el valenciano. Pero hay pueblos a los que no han llegado ni las cámaras.
Aquello es un lugar sin ley. Sin agua, sin luz, sin gas y sin teléfono sólo queda una opción. Los supermercados y tiendas de alimentos son saqueadas. Pero para algunos la comida no es suficiente, también se han quedado sin ropa y comienzan los saqueos en las tiendas. Al caer la noche ya se saquea cualquier comercio. Cuando llegan las cámaras la situación es postapocalíptica y el relato desolador. Y una vez más llega la desinformación, el racismo despliega sus alas.
En el tercer día desde que comenzara la catástrofe el líder de la oposición acusaba al Gobierno de falta de información y transparencia al tiempo que señalaba como responsable de la falta alerta al único organismo que alertó, algo que Mazón (PP) desmintió una hora después. Una información que sirvió a muchos alcaldes y a la Universidad de Valencia para suspender las clases y que también sirvió a la Diputación de Valencia para cerrar todos sus puestos de trabajo. Esa acusación de Núñez Feijóo fue la señal “El que pueda hacer, que haga”. Manos Limpias presentó una querella contra la presidenta de la AEMET por homicidio imprudente. Vox no quiso quedarse atrás y subió la apuesta señalando a los migrantes (recordemos que las campañas racistas ya estaban en marcha) con un bochornoso tuit. Aquella señal desató la locura y sus trollcenters habituales amplificaron las teorías de la conspiración de Marruecos y de la Agenda 2030.Un ejército de desinformadores como Vito Quiles o Alvise Pérez rescataban el viejo bulo de las presas dinamitadas y volvían a hacer famosa a la desinformadora Pilar Esquinas. Y que se hablara tanto de presas permitía viralizar el enaltecimiento de la Dictadura Franquista, Bertrand Ndongo incluído.
Cuatro días después de que empezara el desastre es festivo y una marea humana recorre las calles de los pueblos aislados con palas, escobas, comida y agua. Entre ellos había quintacolumnistas que sólo buscan el rédito personal. Javier Negre, Daniel Esteve –Desokupa–, Roberto Vaquero, Revuelta –grupo juvenil de Vox– o Españabola –trollstar de ultraderecha que alaba abiertamente el franquismo–. Su misión: Aprovechar la confusión de los afectados para inocular sus discursos de odio al tiempo que lo rentabilizan mediáticamente.
Y es así como día tras día crece la polarización entre quienes consumen desinformación y quienes consumen noticias veraces. ¿Ha habido negligencias? Por supuesto, pero no es el objeto de este reportaje.
Redacción: Carlos Benéitez
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