En las últimas semanas, a raíz de las campañas de odio derivadas de los bulos racistas sobre la autoría de crímenes cometidos por españoles o europeos que le eran adjudicados a la población magrebí, se ha despertado el debate latente sobre el anonimato en las redes.
Los que defienden ponerle fin a este anonimato en las redes justifican que sólo así será posible acabar con los linchamientos y la propagación de la desinformación. Por el contrario; los defensores del anonimato en las redes argumentan que prima la privacidad y que el fin del anonimato en las redes puede suponer un avance hacia una realidad distópica ‘orwelliana’ en la que los gobiernos controlen a la disidencia mediante la censura. Pero.. ¿y si el problema no estuviera en el anonimato de las redes sociales?
El enfado de Leo Harlem durante una entrevista: "Bill Gates, Marck Zuckerberg y Elon Musk son una panda de imbéciles" pic.twitter.com/mSwaS9mYGs
— EL MUNDO (@elmundoes) March 21, 2024
Troleo épico al anonimato en RRSS de los racistas.
— José Vico 🔻🇵🇸🇿🇦 (@josevico4) August 27, 2024
Ojo hasta M.Rajoy.
Sublime pic.twitter.com/4NR3I1i2wq
La finalidad última de Pandemia Digital es la lucha contra la desinformación y los discursos de odio, y para ello creemos que la mejor herramienta no es la verificación de datos ni el ‘fact checking’, sino exponer a quienes crean y difunden las noticias falsas como herramienta política. El valor de la verificación reside en que una vez el bulo ha entrado en el torrente sanguíneo de las redes sociales y de las aplicaciones de mensajería instantánea el que tenga dudas o no sepa cómo rebatirlas en su ámbito cercano tenga una herramienta para hacerlo; pero para entonces el bulo ya ha calado en mucha más gente de la que recibe el desmentido o la noticia real.
Por el contrario; el valor que consideramos que tiene el enfoque de Pandemia Digital es el de actuar a modo de anticuerpo cuando el bulo entra en este torrente sanguíneo. Si sabes que esta persona o esta cuenta me mintió ayer, y antes de ayer, y el día anterior, y el anterior… sé que esta vez tampoco tengo que creerle. Y a lo largo de los años hemos podido identificar a muchas cuentas anónimas como origen de la desinformación y las campañas de odio; pero muchísimas otras veces hemos identificado el origen o la difusión consciente hasta cuentas que no son anónimas y cualquiera puede reconocer.
¿Cuántas veces Javier Negre, Alvise Pérez, Vito Quiles, Daniel Esteve –Desokupa–… son el origen de la desinformación o el ventilador del ‘fango’? Hace menos de dos semanas Vito Quiles y Alvise Pérez publicaban en sus redes sociales un pantallazo manipulado acusando a Raúl Solís de pederasta e inmediatamente después sus seguidores lanzaban todo tipo de amenazas contra él. La pasada semana Alvise Pérez instaba a sus seguidores a acosar, amenazar e insultar a la diputada de Podemos Martina Velarde. Ninguno de ellos es anónimo y la fiscalía no ha actuado de oficio; sino que tienen que ser los perjudicados los que, previo pago de abogado y procurador, inicien las acciones legales.
Uno de los casos que ha reabierto el debate del anonimato en redes ha sido el del asesinato del pequeño Mateo en Mocejón. El primero en señalar en redes sociales a la población migrante fue ElPuntual24H, una cuenta de Twitter que simula ser un medio de comunicación. Y no es la primera vez que lo hace, sino que son cientos las veces que en Pandemia Digital nuestros análisis nos llevan hasta él. Si la fiscalía o la unidad de delitos informáticos quisieran identificar quién está detrás de esta cuenta sólo tendrían que acudir a la sucursal del BBVA de la calle San Gerardo –Madrid– y preguntar quién es el titular de la cuenta que tiene fijada en su canal de telegram para recibir donaciones.
Lo mismo podríamos decir de tantas y tantas cuentas que no son anónimas y que crean y difunden información falsa repetida y conscientemente con la que alimentar la incitación al odio pero, pese a que no son anónimos, ni la fiscalía ni la policía actúan. Y todo esto sin contar con ‘youtubers’, ‘streamers’ y demás monetizadores del odio y la mentira.
En algunos casos, los menos, como ya hemos comentado, son los afectados quienes tienen que gastar su tiempo y dinero en denunciar estos ataques. En otros casos, los más, al no ir la desinformación destinada a una persona concreta sino a un colectivo concreto –migrantes, personas LGTBI, mujeres, personas de una ideología…– quedan impunes, pues no hay una persona que pueda denunciar a título personal por haber sido injuriada o calumniada.
En definitiva; el anonimato puede estar agravando el problema al permitir que hordas de ‘trolls’ se escondan tras un pseudónimo o una identidad falsa para sumarse al linchamiento. Pero con el fin del anonimato no se solucionará nada, pues cuando conocemos quién está detrás de una cuenta de Twitter o un canal de Telegram la justicia no actúa Y en los pocos casos en los que sí lo hace, quienes se dedican profesionalmente a la mentira ganan más dinero del que tienen que pagar cuando son condenados.
Redacción: Carlos Benéitez
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